En un pequeño pueblo de Madrid, los
alumnos de un colegio tenían pensado hacer un viaje de estudios ya que era su
último año de educación secundaria.
Entre todos
decidieron viajar al Sáhara, un desierto de África. Lo tenían todo planeado, no
les faltaba de nada, estaban en un lujoso hotel donde prescindían de todo lo
necesario. Los alumnos viajaron hasta África para visitar aquel inmenso
desierto.
Una vez allí, iba
un gran grupo de alumnos acompañados por sus coordinadores, los profesores, y
los guías del camino. Después de varias horas de camino, los profesores
propusieron hacer un descanso en medio de un pequeño pueblo que había por ahí,
para comprar agua y comida.
Los alumnos tenían
un tiempo límite de compras y paseo, la mayoría de ellos volvieron pero hubo
tres de ellos que no pensaron en la hora y se quedaron en aquel pueblo.
Los tres alumnos,
Sarah, Samantha y Luis al ver que su clase se había ido y no tenían como
volver, compraron con todo los que le quedaba lo suficiente para sobrevivir
unos días con agua y comida.
Después de
descansar en aquel pueblecito, empezaron su rumbo en busca de su clase y
profesores. Caminaron horas y horas hasta que se hizo de noche.
Una vez que ya era
de noche, Sarah, Samantha y Luis decidieron descansar durante la noche y volver
en camino al día siguiente.
Cuando despertaron
estaban muy cansados, no tenían ganas de hacer nada después de haber caminado
tanto, pero no podía perder a sus compañeros.
Se pusieron en
camino hacia el hotel, se guiaban con una simple brújula que alomejor ni sabían
como funcionaba, de cada vez tenían mas sed, más hambre, de cada vez estaban
más cansados. Estaban deseando llegar, los tres jóvenes veían que era un camino
eterno, ni si quiera sabían si iban en el camino correcto, o cuanto iban a
tardar en llegar a algún lugar civilizado.
Era de día y hacía
mucho calor, decidieron quitarse la ropa, tenían demasiada calor. Horas y horas
caminando sin beber debia ser muy duro para ellos tres. Estaban apunto de
trantornarse, el calor les estaba afectando. Ahora en ese instante entendían
como podría vivir aquella gente que tenía que caminar durante horas para tan
solo recoger uno o dos barriles de agua al día.
Al fin, después de
tanto caminar, sin agua, sin comida y sin comunicación a lo lejos veían un
pequeño lago con agua al lado de la pequeña población dónde se situaba su
hotel, los tres fueron corriendo hacia aquel lago tan pleno de agua, estaban
deseando beber.
Al ver aquella
charca de agua, estaban repletos de alegría de ver toda aquella agua, no se
podían creer lo mucho que la habían echado de menos, y que la gente vive en
esas condiciones normalmente.
Los profesores, cuando los vieron se
alucinaron, no tenían ni idea de que habían faltado durante tanto tiempo. Sus
compañeros tampoco ni si quiera habían notado la falta de sus amigos Sarah
Samantha y Luis, estaban muy cansados, casi no hablaban. Los profesores no
habían recontado a los alumnos, y los compañeros no hablaron entre ellos.
Llegaron al hotel,
ya sólo quedaba un dia para volver a casa, y los profesores decidieron quedarse
allí en el edificio disfrutando un poco de relajación del viaje, los alumnos
sin duda apoyaban aquella idea. Estuvieron toda la tarde en la sala de
recreativos, en la piscina nadando, en sus habitaciones relajados y incluso
algunos que aprovechaban y dormían, a pesar de que estaban demasiado cansados,
y tuvieron que caminar mucho admitieron que fue una gran aventura para ellos.
Llegó el día de
vuelta a casa, en realidad les daba un poco de pena pero tenían ya muchas ganas
de volver a casa, sobre todo los profesores. Todos se fueron a empaquetar sus
maletas, a recoger las habitaciones y se fueron directos al aeropuerto.
Una vez en el
aeropuerto, Sarah, Samantha y Luis empezaron a recapacitar la falta que le
habían echado al agua, y pensaban lo mal que lo pasan las familias de ciudades
así. No se podían imaginar el tener que caminar horas y horas diariamente para
tan sólo coger un par de barriles de agua para beber y mantener a tu familia.
Ahora realmente se
daban cuenta de la importancia que tienen cosas que para nosotros pueden que
sean muy insignificantes como el agua, que derrochamos litros y litros de agua
al día. Sin embargo, ellos apreciaban mucho el agua que tenían, casi no se
aseaban por la escasez de agua, mientras a nosotros nos sobraba.
En cuanto a
llegaron a España, le contaron aquella travesía a sus padres y empezaron a
formar parte de una ONG, estos chicos habían abierto y les dieron la cara a la
realidad.